domingo, 5 de febrero de 2012

Capitulo 5

El viento sonaba con más ferocidad.
-¿Qué haces ahí arriba?-Nerea estaba empezando a perder el conocimiento cuando una voz dulce la trajo de vuelta.
-Me he quedado atrapada.
-¿Cómo?-volvió a preguntar aquella voz infantil.
-Oí un ruido me asuste y trepé hasta aquí arriba. Los brazos se me han quedado agarrotados, no puedo soltarme para bajar y de hacerlo acabaría herida. Ayúdame por favor, avisa a alguien.
-No, tranquila yo puedo.
A Nerea le extraño que él solo fuese a poder. Al chico, desde su posición no había podido verlo bien pero por la voz no debía de tener más de once años máximo doce.
-Confía en mí. A demás soy tu única opción-Las palabras de aquel chico eran totalmente ciertas. Además había algo en su tono de voz que inspiraba confianza-Voy a contar hasta tres. Déjate caer cuando diga tres.
La ley del 1,2….3 nunca la había convencido era arriesgada y estúpida.
-Uno, dos .Tres.
Nerea empezó a caer muy lentamente, tardando en llegar a tierra firme. Como si estuviese cayendo desde el edificio más alto de una ciudad metropolitana y no desde la rama de un árbol.
Después del descenso la joven puso los pies en el suelo. Todavía respiraba de forma acelerada seguramente por los nervios.
-Hola. Mi nombre es Carlos-le dijo el chico al ver que la joven había logrado volver a respirar con normalidad.
-A sido fantástico, pensé que no lo lograrías, en serio.-Empezó a elogiarlo. Pero algo en su mente cambio. Eres solo un crio.
En parte tenía razón, pero aquella no era forma de tratar a alguien  que te había dado la oportunidad de vivir un par de años más.
El viento había parado, pero el frio no dejaba el escenario.
De repente Carlos hizo algo que la dejo sin respiración.
-No quiero tu cazadora-Nada más decir aquella frase ya se estaba arrepintiendo. Movió la cabeza varias veces de derecha a izquierda-Quiero decir que no hace falta. No quiero que te constipes  por mi culpa, no tienes que enfermar por que yo haya salido de casa como si fuese a buscar clientes a la acera de la esquina.
Carlos no pudo evitar reírse ante aquel comentario. Era muy maduro para su edad, pero solo tenía trece años y como cualquier de su edad se reía al escuchar comentarios relacionados con el seo.
-No te preocupes llevo una sudadera debajo-le dijo mientras se le pasaba una cazadora azul.-Además no quisiera que una chica tan guapa le pasara algo.
Aquel gesto de caballerosidad no lo había hecho ninguno de los novios que había tenido .Estaba claro que estaba muy bien enseñado
Ese chico desconocido de pelo rubio y ojos azules despertaba en ella un extraño sentimiento que jamás había sentido.
En un instante pensó en que se podría tratar de su reloj biológico, idea que desecho al instante. Era muy joven para eso y pensar en los niños como hijos suyos le producían pesadillas.
Pero aquel tenía algo especial en los ojos, puede que fuese el brillo o la ternura que albergaban en ellos. Fuese
 lo que fuese se sentía como su hermana mayor y le encantaba.
-¿Dónde vives? Si quieres puedo acompañarte hasta tu casa-Aquella pregunta le había pillado por sorpresa
Sabía donde vivía. La dirección y el número de teléfono, sus padres se lo hicieron aprender cuando tan solo tenía cuatro años o quizás menos. Por si acaso se perdía poder decírselo  a un policía.
Pero de repente estaba en blanco. Como si aquel fuese un dato que jamás hubiese aprendido.
-¿Sabes cómo has llegado hasta aquí? Volvió a preguntarle Carlos-Tranquila, que no lo sepas no quiere decir nada. Seguramente se debe algún tipo de estrés al que hayas podido haber estado sometida.-Carlos fue muy hábil, enseguida supo tranquilizarla.-Ven, puedes quedarte en mi casa hasta que te tranquilices. Si quieres-volvió   añadir.
Es cierto que no debía de irse con desconocidos, aunque estos tuviesen cara de querubines.
Pero era imposible que ese rostro pudiese albergar maldad.
Después de un paseo de cinco minutos en el que no dejaron de esquivar ramas secas, hojas caídas o un coctel de ambas llegaron a una pequeña casita.
Vista desde fuera parecía algo abandonada.
-¿Vives aquí solo? Por las noches debe de hace mucho frio y más en invierno.
-Tranquila, vivo en una pequeña casita con jardín. Esta a las afueras de  la ciudad. Aquí solo vengo cuando quiero estar solo, necesito pensar o me enfado con mis padres y no quiero que me encuentren en un buen rato-Hablando Hector mostraba mucha madurez, no solo por las palabras. Sino por como las pronunciaba, además siempre sabía que decir. Mostraba ser una persona muy segura de sí misma.
Se metió la mano en el bolsillo y saco un manojo de llaves.Debían de haber  unas 6 llaves.
-La de color azul-dijo en voz baja.
Con un rápido giro de muñeca hizo que la puerta se abriese después de protestar por culpa de la oxidación.
Nerea se quedo asombrada. Ahí dentro no había prácticamente nada.
Era una estancia pequeña. Estratégicamente la decoraban una cama, un sillón, un baño y una nevera.
No había nada que mostrasen cuáles eran sus aficiones.
Como si en aquel lugar no hubiese llegado el siglo XX|.
-Siéntate y ponte cómoda. Voy hacerte algo de beber.
Nerea obedeció sin rechistar, sentándose en el único sillón que había.
Mientras esperaba que se su anfitrión llegase con las bebidas, empezó a mirar de un lado a otro. Repasando de arriba abajo las cuatro paredes de aquella habitación.
Era la primera vez que entraba en aquel apartado lugar. Sin embargo……Aquello era un dejabu










1 comentario:

  1. ME gusta tu rinconcito.
    el mio es.
    elblogdemaku.blogspot.com
    si te gusta podemos hacernos seguidoras.
    Un saludo

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