jueves, 24 de noviembre de 2011

capitUlo 3

Hector era un joven solitario e introvertido. Era nuevo en el barrio y sus vecinos poco podían decir de él.
Vivía en una vieja casa abandonada, nadie vivía ahí desde hacía años.
Hector solía madrugar. Se escondía entre los árboles y detrás de las esquinas, para ver a Nerea, que no se quedaba tranquilo hasta que no la veía entrar por la puerta de su centro educativo.
La noche anterior  había sido una velada inolvidable, se las había ingeniado para esquivar todas sus preguntas aunque sus métodos no habían sido nada éticos.
Hector entro en el salón de su casa.
-Veo que te estás aclimatando- un chico rubio le estaba esperando sentado en el sofá de su casa. Era unos años más pequeño que Hector. Rondaba los diecinueve,año arriba,año abajo.Tenía de unos ojos azules de lo más atrallentes y un colgante siempre decoraba su cuello.
-Marc- Hector estaba tenso, parecía que su peor enemigo le hubiese encontrado.-Te veo bien, tienes casa propia, estas buscando trabajo y tengo entendido que pretendes iniciar una relación con la chica de los portales.-Marc paseaba en círculos alrededor de Hector, le estaba inspeccionando.- Si los dioses pudiesen  bajar creerían que eres toda una decepción. Marc era el tipico chico al que jamas presentarias a tu madre.Daba la impresión de que siempre se estaba metiendo en lios.
Hector y Marc habían sido amigos, pero dejaron de serlo.Marc siempre había sido el más protegido del clan, pero desde muy temprana edad  había tenido sus propias ideas, que jamás habían podido corregir.
-Siempre había creído que te faltaba un poco de carácter. Después de lo que acabo de ver estoy seguro de que necesitas un consejo-Marc puso su mano en el hombro derecho de Hector.-Eres un ser superior y  por mucho que quieras impedirlo siempre será así, es algo que no va a cambiar. La raza humana es inferior, deja de querer volver a experimentar lo que en una ocasión fuiste. Eres representante de los dioses del Olimpo,acéptalo. Con un truco de magia  El joven de pelo rubio desapareció.
Hector estaba tumbado en la cama, mientras miraba el techo fijamente no dejaba de pensar en las palabras de su amigo. Era un capullo, eso era indiscutible pero, no dejaba de tener razón, cuando acepto ser el representante de Neptuno accedió a perder la oportunidad de amar, entregar su vida a otra persona. A ser feliz.
Las primeras décadas fueron soportables, pero después, a medida que iba pasando el tiempo se fue dando cuenta que había vendido su alma al diablo. Era frio como u templo, ni las chicas más guapas, ni antiguos amigos, así como su familia carnal habían sido capaces de darle calor y, para su desgracia aquella había sido una lección que tardo mucho en aprender.