domingo, 5 de febrero de 2012

Capitulo 5

El viento sonaba con más ferocidad.
-¿Qué haces ahí arriba?-Nerea estaba empezando a perder el conocimiento cuando una voz dulce la trajo de vuelta.
-Me he quedado atrapada.
-¿Cómo?-volvió a preguntar aquella voz infantil.
-Oí un ruido me asuste y trepé hasta aquí arriba. Los brazos se me han quedado agarrotados, no puedo soltarme para bajar y de hacerlo acabaría herida. Ayúdame por favor, avisa a alguien.
-No, tranquila yo puedo.
A Nerea le extraño que él solo fuese a poder. Al chico, desde su posición no había podido verlo bien pero por la voz no debía de tener más de once años máximo doce.
-Confía en mí. A demás soy tu única opción-Las palabras de aquel chico eran totalmente ciertas. Además había algo en su tono de voz que inspiraba confianza-Voy a contar hasta tres. Déjate caer cuando diga tres.
La ley del 1,2….3 nunca la había convencido era arriesgada y estúpida.
-Uno, dos .Tres.
Nerea empezó a caer muy lentamente, tardando en llegar a tierra firme. Como si estuviese cayendo desde el edificio más alto de una ciudad metropolitana y no desde la rama de un árbol.
Después del descenso la joven puso los pies en el suelo. Todavía respiraba de forma acelerada seguramente por los nervios.
-Hola. Mi nombre es Carlos-le dijo el chico al ver que la joven había logrado volver a respirar con normalidad.
-A sido fantástico, pensé que no lo lograrías, en serio.-Empezó a elogiarlo. Pero algo en su mente cambio. Eres solo un crio.
En parte tenía razón, pero aquella no era forma de tratar a alguien  que te había dado la oportunidad de vivir un par de años más.
El viento había parado, pero el frio no dejaba el escenario.
De repente Carlos hizo algo que la dejo sin respiración.
-No quiero tu cazadora-Nada más decir aquella frase ya se estaba arrepintiendo. Movió la cabeza varias veces de derecha a izquierda-Quiero decir que no hace falta. No quiero que te constipes  por mi culpa, no tienes que enfermar por que yo haya salido de casa como si fuese a buscar clientes a la acera de la esquina.
Carlos no pudo evitar reírse ante aquel comentario. Era muy maduro para su edad, pero solo tenía trece años y como cualquier de su edad se reía al escuchar comentarios relacionados con el seo.
-No te preocupes llevo una sudadera debajo-le dijo mientras se le pasaba una cazadora azul.-Además no quisiera que una chica tan guapa le pasara algo.
Aquel gesto de caballerosidad no lo había hecho ninguno de los novios que había tenido .Estaba claro que estaba muy bien enseñado
Ese chico desconocido de pelo rubio y ojos azules despertaba en ella un extraño sentimiento que jamás había sentido.
En un instante pensó en que se podría tratar de su reloj biológico, idea que desecho al instante. Era muy joven para eso y pensar en los niños como hijos suyos le producían pesadillas.
Pero aquel tenía algo especial en los ojos, puede que fuese el brillo o la ternura que albergaban en ellos. Fuese
 lo que fuese se sentía como su hermana mayor y le encantaba.
-¿Dónde vives? Si quieres puedo acompañarte hasta tu casa-Aquella pregunta le había pillado por sorpresa
Sabía donde vivía. La dirección y el número de teléfono, sus padres se lo hicieron aprender cuando tan solo tenía cuatro años o quizás menos. Por si acaso se perdía poder decírselo  a un policía.
Pero de repente estaba en blanco. Como si aquel fuese un dato que jamás hubiese aprendido.
-¿Sabes cómo has llegado hasta aquí? Volvió a preguntarle Carlos-Tranquila, que no lo sepas no quiere decir nada. Seguramente se debe algún tipo de estrés al que hayas podido haber estado sometida.-Carlos fue muy hábil, enseguida supo tranquilizarla.-Ven, puedes quedarte en mi casa hasta que te tranquilices. Si quieres-volvió   añadir.
Es cierto que no debía de irse con desconocidos, aunque estos tuviesen cara de querubines.
Pero era imposible que ese rostro pudiese albergar maldad.
Después de un paseo de cinco minutos en el que no dejaron de esquivar ramas secas, hojas caídas o un coctel de ambas llegaron a una pequeña casita.
Vista desde fuera parecía algo abandonada.
-¿Vives aquí solo? Por las noches debe de hace mucho frio y más en invierno.
-Tranquila, vivo en una pequeña casita con jardín. Esta a las afueras de  la ciudad. Aquí solo vengo cuando quiero estar solo, necesito pensar o me enfado con mis padres y no quiero que me encuentren en un buen rato-Hablando Hector mostraba mucha madurez, no solo por las palabras. Sino por como las pronunciaba, además siempre sabía que decir. Mostraba ser una persona muy segura de sí misma.
Se metió la mano en el bolsillo y saco un manojo de llaves.Debían de haber  unas 6 llaves.
-La de color azul-dijo en voz baja.
Con un rápido giro de muñeca hizo que la puerta se abriese después de protestar por culpa de la oxidación.
Nerea se quedo asombrada. Ahí dentro no había prácticamente nada.
Era una estancia pequeña. Estratégicamente la decoraban una cama, un sillón, un baño y una nevera.
No había nada que mostrasen cuáles eran sus aficiones.
Como si en aquel lugar no hubiese llegado el siglo XX|.
-Siéntate y ponte cómoda. Voy hacerte algo de beber.
Nerea obedeció sin rechistar, sentándose en el único sillón que había.
Mientras esperaba que se su anfitrión llegase con las bebidas, empezó a mirar de un lado a otro. Repasando de arriba abajo las cuatro paredes de aquella habitación.
Era la primera vez que entraba en aquel apartado lugar. Sin embargo……Aquello era un dejabu










domingo, 29 de enero de 2012

capitulo 4 (3/3)

Hacia frio, tanto que este se metía bajo la piel, llegando hasta los huesos.
Cuando Nerea quiso darse cuenta iba vestida con muy poca ropa, un short y una fina camiseta cubrirán su cuerpo. Que alguien pudiese verla vestida así no le importaba, le daba exactamente igual. Pero el constipado que se estaba asegurando sí. Como enfermase. Lo más seguro es que no la dejasen ir a la fiesta que Macica y Lorena hacían cada año. Lo cierto es que no eran muy  amigas, solo conocidas.
Debían de creerse las protagonistas de una película americana organizando fiestas anuales de semejante índole.
Ya era demasiado tarde, estaba con ropa veraniega en mitad de…Hasta el momento no se había dado cuenta, estaba perdida. Normalmente cuando tenía aquellos extraños sueños sabía dónde estaba, en la  clase de arte de lo que fue su instituto, los pasillos de la facultad, en el cementerio en el que descansa un bisabuelo al que jamás conocerá…Pero en esta ocasión no sabía dónde se encontraba.
-Ah!-dejo escapar un chillido y salto tan alto que sin ser una gran atleta fue capaz de trepar a un árbol.  No  subió muy alto, pero si lo bastante para una chica flacucha como ella.
Al instante sintió vergüenza de sí misma y agradeció de que hay no hubiese nadie más.
Solo había  sido una ardilla, solo un pequeño animal que seguramente se habría asustado más que ella.
Ahora si tenía miedo de verdad, no sabía dónde estaba ni como despertar y para colmo no podía bajar al suelo
“Un momento”. Reflexiono.
Las manos empezaban a dolerle, al subir se había abierto una pequeña herida y estaba empezando a sangrarle.
Aquello no era un sueño. No porque sangrara, aquello si lo veía normal, pero el escozor de la sangre verificaba su teoría, aquello estaba pasando.

sábado, 7 de enero de 2012

capitulo 4 (2/3)


Sera como si nunca hubiese existido. No dejaba de repetirse una y otra vez.
Tenía la vista perdida y desorientada, la música sonaba en su reproductor.
Nerea, al igual que mucha gente de su edad no entendía el motivo de ponerse música triste cuando uno estaba mal. Solo empeoraba las cosas, pero lo cierto es que lo hacía.
Se levanto de la cama para sentarse en un sofá junto a la ventana. Estaba confundida, había logrado lo que horas antes deseaba conseguir. Librarse de Hector y sin embargo ahora se sentía fatal.
Pero… ¿por qué?, tampoco es como si hubiese echado de su vida a la persona más importante.
Se levanto unos segundos para hacer algo que no hacía en munchos años. Cogió un bolígrafo y un pequeño cuaderno olvidado entre libros. Como si fuese otro más y careciera de importancia.
Volvió a sentarse, quito el cierre que decoraba la tapa de su cuaderno, paso las hojas hasta encontrar una página que   no estuviese escrita. Cambio de canción,seleccionando  puso el bolígrafo en el principio de la hoja y empezó a deslizarlo, dejando que sus pensamientos tomasen el control.

No entiendo  porqué hago esto, en su momento, ya me pareció una soberana estupidez
Se llama Hector y es bastante guapo. Pero eso es lo de menos. En estos dieciocho años he conocido a mucha gente, pero él es la única persona que ha sido capaz de hacerme sonreír. Como si llevase años viviendo en una cárcel y solo él tuviese la llave.
Eso está bien, me gusta, ya era hora de que pudiese sentirme bien conmigo misma, sin embargo hay algo que no encaja. Puede que haya visto y leído demasiadas historias de ficción, pro hay algo que no cuadra. Lo sé, soy capaz de notar ese tipo de cosas.
Es como un sexto sentido
En un principio. Cuando nos conocimos en la playa, solo trataba de ser amable, después poco a fuimos quedando con más frecuencia, en tan solo tres días
Pero esta misma tarde a pasado algo muy extraño. Me ha llevado a una zona desierta que, no conocía y me ha dicho que intentara hacer aparecer un paisaje.
-Una playa o un bosque, es mejor empezar por algo fácil,-me sugirió.
En un principio, sin saber por qué empiezo a seguirle el juego, hasta darme cuenta de la tontería. Abriendo los ojos de nuevo decido irme y alejarme de él.
Las cosas no salieron como yo esperaba. La conversación la finalizo él diciendo Sera
como si nunca hubiese existido.
Cuando se las escuche pronunciar,  en ese mismo instante, me alegre.
Pero ahora me siento fatal
¿Por qué me siento así?, no es ni mi novio ni mi mejor amigo.
Ahora estoy  haciéndole preguntas a un diario, como si un trozo de papel fuese a darme todas las respuestas.
Nerea cerró el diario con un suspiro.
Un par de años atrás, cuando solo tenía 15 años, sus padres se separaron. Paso  por una tapa de rebeldía y aunque no fue ese el desencadenante, sus padres preocupados, la llevaron a un psicólogo. Este le recomendó que escribiese todas las noches, eso aria que pudiera desahogarse.
A pesar de su disconformidad funciono, por eso lo estaba haciendo ahora. Lo único que ambas situaciones no eran comparables.
Pensativa e intentando tararear la letra de una canción volvió a quedarse dormida, con la luna de confidente.
                                                        

miércoles, 4 de enero de 2012

CAPITILO 4 (1/3)



Era lunes, primer día de la semana, en el que curiosamente más sueño se tiene.
Después de ducharse Nerea bajo a por una taza de café. Era como una especie de poción mágica. En dieciocho años no había podido averiguar cuál era el ingrediente secreto de su padre. Cuando ella los hacía nunca le salía así de bueno y por muy fuerte que se lo hiciese no lograba despejarla.
En su habitación, de nuevo. Dejo la taza de café encima de su escritorio y se dirigió hacia su armario. Saco unos jeans color negro y un polo rosa ajustado, una vez se hubo vestido le dio un último sorbo al café y salió por la puerta.
-Hola-como cada mañana su amigo la estaba esperando para ir a clase.
-¿Qué tal con el tío ese?-Daniel preferiría no haber sacado el tema, pero tarde o temprano era algo de lo que tendrían que hablar-¿un poco mayor para ti no crees?
La pregunta la pillo desprevenida. Nerea no sabía que responder. Ella no era la típica chica a la que le gusta hablar con los amigos de sus amores.
-No, tiene veintiuno. Es majo me gusta estar con él.
-¿De la misma forma que te gusta estar conmigo?-Segundos después de hacer la pregunta ya se estaba arrepintiendo. No sabía por qué lo había hecho.La respuesta podría hacerle daño.
-Todavía no lo he decidido-respondió al fin.
El resto del camino lo anduvieron en silencio, el uno al lado del otro.
La primera hora no habia sido su era su favorita. A decir verdad ni la suya ni la de nadie, pero lo que era incapaz de entender es como había podido quedarse dormida. Por suerte para ella se sentaba en la última fila y nadie se había enterado.

Eran las ocho de la tarde. En el camino de vuelta a casa seguía sin entender como se había podido quedar dormida y encima en primera hora. Si hubiese sido a última…seria más normal.
El chirrido de un coche la saco de su ensimismamiento, en seguida reconoció el mercedes de Hector.
Pero… ¿qué hacia ahí? No recordaba que hubiesen quedado.
Se acerco a la ventanilla de la puerta del conductor y le dijo:
-¿Qué haces aquí?, voy a empezar a creer que me estas siguiendo-acompaño sus palabras con una leve sonrisa, sin saber lo ciertas que estas habían sido.
-Sube, quiero enseñarte algo.  Ella obedeció.
-¿Qué música te gusta?-le pregunto antes de arrancar.
-Dudo que la tengas. within tempation.
Hector presiono un botón del reproductor .Nerea sonrió al escuchar los primero acordes de memorries. Era su canción favorita.
Después de dos horas de coche llegaron a su destino.
Hector lo aparco, mejor dicho lo dejo quieto en mitad de la carretera. Nera no dejaba de mirar a su alrededor.
-¿Dónde estamos ?.Esto parece la mitad de la nada.
-Esto es como un licencio en blanco en el que dibujas lo que quieres que aparezca. Ven te lo enseñare-le dijo cogiéndola de la mano
Hector  ayudo la  ayudo a subir a un montículo
-Cierra los ojos-le susurro al oído, con voz suave y tranquila.-Ahora imagínate algo, lo que quieras. Un bosque, una playa o una casa en ruinas. Siempre es mejor empezar con  algo fácil.-Le explicó el joven.
En un principio Nerea estaba confusa. Sin saber  que hacer cerró los ojos y le siguió el juego.
Segundos más tarde al darse cuenta de que aquello era una pérdida de tiempo, bajó de donde estaba dando un salto de atleta.
-Estás loco, las cosas que dices no tienen ningún fundamento-dijo una vez puso los dos pies en el suelo.-Deja de seguirme no quiero saber nada más de ti. Si no lo haces te echare encima a todos los perros de mi padre.-Aquella era una frase que había escuchado muchas veces, la utilizaban en todas las películas que veía y tenía ganas de decir. Como su padre tenía abogados a su disposición podía decirlo si quería.
-Deja que te lleve a casa, como mínimo-Hector estaba cabizbajo. Estaba fracasando por no poder hacerle ver  la realidad de toda aquella historia. Pero por otro lado la entendía perfectamente, es difícil olvidar todo lo que crees por cierto.
-No-Contesto la chica, tenía carácter-Iré andando.
-Oh vamos, estas muy lejos de casa. No pasa ningún coche y ni siquiera sabes donde estas. Deja que te lleve. Te juro que después desapareceré,  será como si nunca hubiese existido. Te lo juro-Ni siquiera sabía por qué insistía, estaba claro que aquella chica no iba a ceder.
Nerea miro al horizonte, ahí donde la carretera desaparecía, fundiéndose con las montañas y dijo al fin.
-De acuerdo 

jueves, 24 de noviembre de 2011

capitUlo 3

Hector era un joven solitario e introvertido. Era nuevo en el barrio y sus vecinos poco podían decir de él.
Vivía en una vieja casa abandonada, nadie vivía ahí desde hacía años.
Hector solía madrugar. Se escondía entre los árboles y detrás de las esquinas, para ver a Nerea, que no se quedaba tranquilo hasta que no la veía entrar por la puerta de su centro educativo.
La noche anterior  había sido una velada inolvidable, se las había ingeniado para esquivar todas sus preguntas aunque sus métodos no habían sido nada éticos.
Hector entro en el salón de su casa.
-Veo que te estás aclimatando- un chico rubio le estaba esperando sentado en el sofá de su casa. Era unos años más pequeño que Hector. Rondaba los diecinueve,año arriba,año abajo.Tenía de unos ojos azules de lo más atrallentes y un colgante siempre decoraba su cuello.
-Marc- Hector estaba tenso, parecía que su peor enemigo le hubiese encontrado.-Te veo bien, tienes casa propia, estas buscando trabajo y tengo entendido que pretendes iniciar una relación con la chica de los portales.-Marc paseaba en círculos alrededor de Hector, le estaba inspeccionando.- Si los dioses pudiesen  bajar creerían que eres toda una decepción. Marc era el tipico chico al que jamas presentarias a tu madre.Daba la impresión de que siempre se estaba metiendo en lios.
Hector y Marc habían sido amigos, pero dejaron de serlo.Marc siempre había sido el más protegido del clan, pero desde muy temprana edad  había tenido sus propias ideas, que jamás habían podido corregir.
-Siempre había creído que te faltaba un poco de carácter. Después de lo que acabo de ver estoy seguro de que necesitas un consejo-Marc puso su mano en el hombro derecho de Hector.-Eres un ser superior y  por mucho que quieras impedirlo siempre será así, es algo que no va a cambiar. La raza humana es inferior, deja de querer volver a experimentar lo que en una ocasión fuiste. Eres representante de los dioses del Olimpo,acéptalo. Con un truco de magia  El joven de pelo rubio desapareció.
Hector estaba tumbado en la cama, mientras miraba el techo fijamente no dejaba de pensar en las palabras de su amigo. Era un capullo, eso era indiscutible pero, no dejaba de tener razón, cuando acepto ser el representante de Neptuno accedió a perder la oportunidad de amar, entregar su vida a otra persona. A ser feliz.
Las primeras décadas fueron soportables, pero después, a medida que iba pasando el tiempo se fue dando cuenta que había vendido su alma al diablo. Era frio como u templo, ni las chicas más guapas, ni antiguos amigos, así como su familia carnal habían sido capaces de darle calor y, para su desgracia aquella había sido una lección que tardo mucho en aprender.



martes, 25 de octubre de 2011

capitulo 2



El mercededes de Hector circulaba a gran velocidad, le gustaba conducir. Era una faceta  que creía haber heredado de su padre.
Su canción favorita sonaba en el reproductor. Podía escuchar a mago de oz  una y otra vez sin cansarse. Lo cierto es que ese tipo de música no le pegaba en absoluto. Hector aparentaba ser una persona introvertida y enigmática. Más de música gótica que de heavy metal
Mientras disfrutaba del paseo pensaba en que iba a decirle a Nerea, no sabía por qué le había pedido quedar para explicárselo, si vale, la noche en la que se conocieron actuó como un capullo .¿Pero ahora qué se  suponía  que iba a explicarle?. No podía hacerlo.
No valía la pena que se torturase de aquella manera, no había vuelta atrás. Todavía quedaba una hora, en ese tiempo podría inventarse algo diferente a la verdad.
Podría hablarle de él. No, la idea no le gustaba mucho pero era la única salida eficaz.
Mientras tanto en una pequeña universidad local, todos los alumnos, desde los principiantes hasta los más veteranos estaban apiñados en la puerta. Nerea hablaba con  Daniel, un chico castaño, más o menos de su misma edad .Le estaba pidiendo consejo sobre lo que le había sucedido y como se suponía que debía actuar.
Normalmente solía juntarse con Laura y Jessica, pero para según qué temas era muy difícil hablar con ellas.
Lo que ella no sabía es que hablar con Daniel sobre sentimientos y lo que sentía hacia otro hombre era una crueldad. Daniel llevaba enamorado de ella desde hacía cuatro años.
Ya no le importaba, siendo bastante guapo se había acostumbrado a ser  el pringado de la película. Como ese pobre chico que no es capaz de hacer que su amiga lo vea como algo más.
Ya estaba acostumbrado a vivir en su cárcel de soledad personal. Pero pensándolo detenidamente, prefería tenerla como amiga que no tenerla.
-Tú relájate y disfruta vale. Sal más, te hace falta-Daniel se fue dedicándole una divertida sonrisa amistosa.
El derrape de un coche blanco hizo que medio campus se girase.
Nerea cogió su cartera, que tenía a los pies y se subió al coche. Sentándose en el  asiento del copiloto.
-¿Qué tal el día?- Hector pensó que aquella era una buena pregunta para volver  a romper el hielo, pero por lo visto le iba a costar más de lo que esperaba.
-O vamos, si ni siquiera te importa-Le contesto Nerea mientras Hector arrancaba el coche.
Cinco minutos más tarde el joven aparco el coche frente a una pequeña cafetería. Su  decoración interior era muy acogedora, toda de madera con una chimenea en la esquina. Los asientos estaban revestidos de piel color rojo.
-Yo un café solo por favor- pidió Nerea a la camarera de mechas rosas que le estaba tomando nota.
-Una cerveza- pidio Hectorque ni  tan siquiera se había mirado la carta.
Una vez que Ruth, la camarera se había ido a por las bebidas, la cabeza de Hector empezó a funcionar  a gran velocidad.
No tenía muy claro que decirle, técnicamente no había hecho nada malo. Lo único que, en la noche de la tormenta, cuando entraron en la cabaña paso a ignorarla.
Lo más seguro y recomendable es que hiciese eso, ignorarla.
Sabía que aquella joven de dieciochoaños era una pieza primordial en la batalla que estaban librando él y los suyos. Pero por otro lado pensaba que era una chica demasiado dulce para asumir el destino que le había tocado. Que tarde o temprano tendría que asumir y cumplir.
Pero ahora tenía que dejar de beber cerveza y sonreírle de aquella manera.
-Siento lo de la otra noche. Sé que estuve muy callado dentro de la cabaña y que fue muy incómodo  pero es que tenía la cabeza en otras cosas, acababan de operar a mi hermana y aunque era una tontería, algo sin importancia estaba distraído-Hector, de por si no era una persona mentirosa, pero  cuando tenía que hacerlo era muy hábil inventándose una historia que sonase convincente
La verdad es que no podía creerse lo que acababa de decir.
-Tranquilo lo entiendo, de haberlo sabido yo…..-Nerea era una persona comprensiva y eso hacía que se sintiese aun peor.
Pasaron una buena noche.
Por la mañana parecía que se odiaban, que iban a matarse y ahora unas horas más tarde estaban ahí sentados,en una pequeña cafetería , hablando como dos buenos amigos. De todo aquello que se les ocurría

sábado, 22 de octubre de 2011

capitulo 1

Tiempo atrás                                                                                                                    
No se encontraría en ningún mapa. Era la ciudad perdida o, así la llamaría cualquiera.
UN grupo de jóvenes caminaban entre ruinas, con cuidado de no terminar besando el suelo.
El grupo estaba formado  por cuatro hombres y una mujer. De los chicos, uno tendría los 13 años, numero arriba, numero abajo. Los otros tres estaban entre los 19 y 24 años.
La mujer tenía los 21 sin lugar a dudas.

No iban solos, les acompañaba un hombre más maduro. Seguro de si mismo, se le notaba en la forma de andar.
A  muy pocos metros de donde estaban podía verse un edificio en ruinas, a medio caer.
-Desde aquí parece el Partenón-dijo Paula, la única mujer del grupo, extrañada de que pudiesen ser ciertas sus palabras. Como si fuesen a estar en la residencia de los dioses.
-¿Te gusta la cultura clásica?- le pregunto el hombre más mayor.
-Sí.
Al llegar un hombre relativamente joven, pero con barba de anciano les estaba esperando.
-Hola Fernando, ¿Estos son los jóvenes que me has seleccionado?- pregunto el hombre de la barba.-Pasar estaréis más cómodos.
Fernando y el otro hombre iban delante, hablando en privado, dejando a la chavalería detrás.
Zeus-empezó diciendo Fernando.-Solo son críos, el mayor acaba de cumplir 24.Por no mencionar la edad del más pequeño. ¿Estás seguro de esto?.
-Soy consciente de la edad que tienen. Pero no podemos seguir ignorando la realidad. No damos abasto y necesitamos quien nos represente en la tierra. Se acostumbraran, todos lo hacen. Además, si es su edad lo que te preocupa, me las ingeniare para que su familia viva más de lo normal, de ese modo esté con ellos. Hasta que lo asimilen.-Zeus suspiraba, cruzándose de brazos mientras  Fernando intentaba seguirle el ritmo.
-¿Se sabe algo de la chica que podrá abrir las puertas de todos los submundos?-pregunto el dios de todos.
-No, pero según nuestros cálculos, solo faltan diez años para que eso suceda- explico Fernando.
-Cuando la ceremonia de conversión haya finalizado quiero hablar con Hector, a solas – volvió a decir Zeus


 

En la actualidad
Una luz cegadora ilumino el cielo oscuro haciendo que durante unos segundos pudiese verse con total claridad.
Toda la gente  estaba  en la playa viendo la gran tormenta eléctrica que sacudía el mar sin piedad
Todo tipo de personas  contemplaba espectáculo natural, familias con niños, amigos que se reían  de todo y parejas de enamorados que lo que menos les importaba era el cielo.
A lo lejos escondido entre un par de rocas, había un joven que no pertenecía a ningún grupo de los mencionados, estaba solo y sus expresiones indicaban que estaba sufriendo, como si el dolor lo estuviese consumiendo poco a poco. Aparentaba unos veintitantos años, era moreno e iba vestido muy a la moda.
A Nerea le dio pena verlo tan solo
 Todo el mundo se lo estaba pasando bien, bebiendo y bailando las canciones que salían del maletero de un Renault color negro  y sin embargo él estaba alejado.
Cuando lo contase sus amigas se reirian  de ella, pero en ese momento no le importo, cogió un plato de plástico y lo sirvió con un pequeño surtido de mini pasteles a aquel joven solitario
-Toma, pensé que tendrías hambre-Nerea le tendió el plato pensando que aquella no había sido una de sus mejores presentaciones. Normalmente era una chica  que nunca se quedaba sin palabras. En esta ocasión tuvo que hacer esfuerzos para pronunciarlas
-Gracias-contesto el joven moreno-¿cómo lo estáis pasando?-en el fondo se notaba que  quería integrarse con todos los demás
-Ven conmigo y lo averiguas.
-¿nunca te han dicho que no debes de irte con desconocidos?-le dijo con media sonrisa- a Nerea le gustaban aquellas sonrisas, eran muy expresivas.
-me salte esa charla-Ya se disponía para volver con su amiga cuando sus planes dieron un giro inesperado.
-¡Espera!, no me dejes solo por favor.-En serio le estaba pidiendo que se quedara
Nerea avanzo hacia él con pasos lentos. Tenía dieciocho años pero en ocasiones actuaba como una adolescente a la que todavía le queda mucho mundo por conocer. Se sentó a su lado sin pensárselo dos veces y fue entonces cuando el chico se dio cuenta del error que había cometido
-Perdona, no tienes porque quedarte conmigo, seguramente abras venido acompañada y yo solo soy un desconocido—sabia cual era su misión, las ordenes de sus jefes habían sido muy claras.
Pero en él había bondad y una conciencia que le hablaba
 -No te preocupes, al decir verdad me estaba aburriendo. Por cierto me llamo Nerea-la chica no dejaba de sonreír, cualquiera podía darse cuenta que era una chica muy divertida.
-Hector- se presento él
-Bonito nombre-Era la primera vez que se fijaba en sus ojos, a pesar de tenerlos medio cerrados podía apreciarse su color verde jade.
A Nerea siempre le habían encantado los ojos claros, pero los de aquel joven la habían fascinado
-¿cómo es qué estás aquí solo?-sabía que la pregunta había sido demasiado directa, pero tenía que preguntárselo.
-Estaba esperando a unos amigos, pero por lo que veo me han dado plantón. Bueno ellos se lo pierden.-Se quedaron los dos unos minutos en silencio, contemplando los relámpagos y tapándose los oídos cada vez que había un trueno.
La media melena castaña de  Nerea estaba empapada
-Ven conmigo demos un paseo-Hector se levanto y le tendió la mano para ayudarla a levantarse.
-¿Dónde quieres ir?, no ves la que está cayendo-respondió ella un poco rehacía a aceptarle la mano
-Conozco un sitio donde puede verse la tormenta mucho mejor y estaremos cubiertos, lo que nos ahorrara una buena pulmonía.-lo cierto es que sonaba bastante bien. Hector era demasiado guapo para ser un asesino, así que pensó que no pasaría nada si lo acompañaba.
-De acuerdo-dijo aceptándole la mano.
Anduvieron en silencio, cada uno pensando en sus cosas, como si el hielo que hace un rato habían roto se hubiese vuelto a solidificar.
Nerea pensaba en lo envidiosas que se iban a poner sus amigas, ellas siempre le estaban recriminando que porque no tenía novio, que era muy guapa para no tenerlo. Ahora paseaba con un hombre que podría ser el que rompiera todas sus barreras.
Por otro lado Hector actuaba con pies de plomo, su trabajo consistía en tener mucha paciencia y para contarle toda la verdad antes tendría que ganarse su confianza y eso llevaba tiempo.
Después de media hora de paseo llegaron al final de la playa, casi al final había una vieja cabaña, estaba completamente vacía, salvo una silla que había en su interior. Los niños solían usarla como escondite.
Al entrar se acomodaron y siguieron viendo la tormenta hasta que esta finalizo.
Lo que parecía que iba a ser una velada bastante buena se convirtió en las horas más incomodas jamás vividas por Nerea.
Hector no dijo ninguna palabra más, ni siquiera la miro


La tormenta había  pasado y la ciudad amanecía con tiempo estable.
Eran las siete de la mañana y en cualquier casa podía olerse a pan tostado y café recién hecho.
Nerea apago el despertador como pudo y se incorporo quedándose sentada encima de la  cama. Se moría de sueño, estaba claro que las pesadillas que tenía desde hace un mes no iban a darle tregua.
Después de haberse duchado volvió a entrar en su dormitorio, abrió el armario y de el saco unos tejanos negros, un top blanco y una cazadora roja.
Cuando bajo a desayunar vio que como cada mañana su abuela le había preparado el desayuno, un café con poca leche y dos tostadas con aceite.
-Pero niña mastica-tenía ya la mayoría de edad y su abuela la seguía llamando como cuando era una niña de medio metro.Al separarse sus padres,su abuela  se mudo a casa con su padre y ella
-Llego tarde, e de estar en la universidad en diez minutos.
Al terminar le dio un beso en la mejilla arrugada por el paso de los años, y salió por la puerta .
Se encontró a Hector de frente.
-Tenemos que hablar-le dijo el joven sin antes haber mencionado hola.
-Llego tarde-Nerea intento pasarle dejándolo atrás, pero este la sujeto deteniéndola y como era más fuerte que ella, la retuvo obligándola a que lo escucharla.
-Siento mi comportamiento de anoche fui un completo idiota, pero es que las cosas no salieron como yo esperaba.
Deja que vaya a buscarte a la salida de la universidad, permite que te invite a tomar algo y déjame explícame.
-Salgo a las ocho, pero hoy puede que salga dos horas más tarde, ven sobre las nueve y media.
Hector vio como se alejaba la chica, no podía dejar de pensar en lo injusta que era la vida. Aquella chica no había hecho nada para recibir aquel don.
Cerró los ojos y movió la cabeza  varias veces de lado a lado.
No podía tener aquellos pensamientos, no podía verla como a la chica de los ojos azules y cabello color castaño
. Solo podía verlacomo a alguien a quien debía proteger, debía quitarse de la cabeza cualquier pensamiento de semejante índole.
Pero joder es que tampoco estaba ciego