miércoles, 4 de enero de 2012

CAPITILO 4 (1/3)



Era lunes, primer día de la semana, en el que curiosamente más sueño se tiene.
Después de ducharse Nerea bajo a por una taza de café. Era como una especie de poción mágica. En dieciocho años no había podido averiguar cuál era el ingrediente secreto de su padre. Cuando ella los hacía nunca le salía así de bueno y por muy fuerte que se lo hiciese no lograba despejarla.
En su habitación, de nuevo. Dejo la taza de café encima de su escritorio y se dirigió hacia su armario. Saco unos jeans color negro y un polo rosa ajustado, una vez se hubo vestido le dio un último sorbo al café y salió por la puerta.
-Hola-como cada mañana su amigo la estaba esperando para ir a clase.
-¿Qué tal con el tío ese?-Daniel preferiría no haber sacado el tema, pero tarde o temprano era algo de lo que tendrían que hablar-¿un poco mayor para ti no crees?
La pregunta la pillo desprevenida. Nerea no sabía que responder. Ella no era la típica chica a la que le gusta hablar con los amigos de sus amores.
-No, tiene veintiuno. Es majo me gusta estar con él.
-¿De la misma forma que te gusta estar conmigo?-Segundos después de hacer la pregunta ya se estaba arrepintiendo. No sabía por qué lo había hecho.La respuesta podría hacerle daño.
-Todavía no lo he decidido-respondió al fin.
El resto del camino lo anduvieron en silencio, el uno al lado del otro.
La primera hora no habia sido su era su favorita. A decir verdad ni la suya ni la de nadie, pero lo que era incapaz de entender es como había podido quedarse dormida. Por suerte para ella se sentaba en la última fila y nadie se había enterado.

Eran las ocho de la tarde. En el camino de vuelta a casa seguía sin entender como se había podido quedar dormida y encima en primera hora. Si hubiese sido a última…seria más normal.
El chirrido de un coche la saco de su ensimismamiento, en seguida reconoció el mercedes de Hector.
Pero… ¿qué hacia ahí? No recordaba que hubiesen quedado.
Se acerco a la ventanilla de la puerta del conductor y le dijo:
-¿Qué haces aquí?, voy a empezar a creer que me estas siguiendo-acompaño sus palabras con una leve sonrisa, sin saber lo ciertas que estas habían sido.
-Sube, quiero enseñarte algo.  Ella obedeció.
-¿Qué música te gusta?-le pregunto antes de arrancar.
-Dudo que la tengas. within tempation.
Hector presiono un botón del reproductor .Nerea sonrió al escuchar los primero acordes de memorries. Era su canción favorita.
Después de dos horas de coche llegaron a su destino.
Hector lo aparco, mejor dicho lo dejo quieto en mitad de la carretera. Nera no dejaba de mirar a su alrededor.
-¿Dónde estamos ?.Esto parece la mitad de la nada.
-Esto es como un licencio en blanco en el que dibujas lo que quieres que aparezca. Ven te lo enseñare-le dijo cogiéndola de la mano
Hector  ayudo la  ayudo a subir a un montículo
-Cierra los ojos-le susurro al oído, con voz suave y tranquila.-Ahora imagínate algo, lo que quieras. Un bosque, una playa o una casa en ruinas. Siempre es mejor empezar con  algo fácil.-Le explicó el joven.
En un principio Nerea estaba confusa. Sin saber  que hacer cerró los ojos y le siguió el juego.
Segundos más tarde al darse cuenta de que aquello era una pérdida de tiempo, bajó de donde estaba dando un salto de atleta.
-Estás loco, las cosas que dices no tienen ningún fundamento-dijo una vez puso los dos pies en el suelo.-Deja de seguirme no quiero saber nada más de ti. Si no lo haces te echare encima a todos los perros de mi padre.-Aquella era una frase que había escuchado muchas veces, la utilizaban en todas las películas que veía y tenía ganas de decir. Como su padre tenía abogados a su disposición podía decirlo si quería.
-Deja que te lleve a casa, como mínimo-Hector estaba cabizbajo. Estaba fracasando por no poder hacerle ver  la realidad de toda aquella historia. Pero por otro lado la entendía perfectamente, es difícil olvidar todo lo que crees por cierto.
-No-Contesto la chica, tenía carácter-Iré andando.
-Oh vamos, estas muy lejos de casa. No pasa ningún coche y ni siquiera sabes donde estas. Deja que te lleve. Te juro que después desapareceré,  será como si nunca hubiese existido. Te lo juro-Ni siquiera sabía por qué insistía, estaba claro que aquella chica no iba a ceder.
Nerea miro al horizonte, ahí donde la carretera desaparecía, fundiéndose con las montañas y dijo al fin.
-De acuerdo 

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