sábado, 22 de octubre de 2011

capitulo 1

Tiempo atrás                                                                                                                    
No se encontraría en ningún mapa. Era la ciudad perdida o, así la llamaría cualquiera.
UN grupo de jóvenes caminaban entre ruinas, con cuidado de no terminar besando el suelo.
El grupo estaba formado  por cuatro hombres y una mujer. De los chicos, uno tendría los 13 años, numero arriba, numero abajo. Los otros tres estaban entre los 19 y 24 años.
La mujer tenía los 21 sin lugar a dudas.

No iban solos, les acompañaba un hombre más maduro. Seguro de si mismo, se le notaba en la forma de andar.
A  muy pocos metros de donde estaban podía verse un edificio en ruinas, a medio caer.
-Desde aquí parece el Partenón-dijo Paula, la única mujer del grupo, extrañada de que pudiesen ser ciertas sus palabras. Como si fuesen a estar en la residencia de los dioses.
-¿Te gusta la cultura clásica?- le pregunto el hombre más mayor.
-Sí.
Al llegar un hombre relativamente joven, pero con barba de anciano les estaba esperando.
-Hola Fernando, ¿Estos son los jóvenes que me has seleccionado?- pregunto el hombre de la barba.-Pasar estaréis más cómodos.
Fernando y el otro hombre iban delante, hablando en privado, dejando a la chavalería detrás.
Zeus-empezó diciendo Fernando.-Solo son críos, el mayor acaba de cumplir 24.Por no mencionar la edad del más pequeño. ¿Estás seguro de esto?.
-Soy consciente de la edad que tienen. Pero no podemos seguir ignorando la realidad. No damos abasto y necesitamos quien nos represente en la tierra. Se acostumbraran, todos lo hacen. Además, si es su edad lo que te preocupa, me las ingeniare para que su familia viva más de lo normal, de ese modo esté con ellos. Hasta que lo asimilen.-Zeus suspiraba, cruzándose de brazos mientras  Fernando intentaba seguirle el ritmo.
-¿Se sabe algo de la chica que podrá abrir las puertas de todos los submundos?-pregunto el dios de todos.
-No, pero según nuestros cálculos, solo faltan diez años para que eso suceda- explico Fernando.
-Cuando la ceremonia de conversión haya finalizado quiero hablar con Hector, a solas – volvió a decir Zeus


 

En la actualidad
Una luz cegadora ilumino el cielo oscuro haciendo que durante unos segundos pudiese verse con total claridad.
Toda la gente  estaba  en la playa viendo la gran tormenta eléctrica que sacudía el mar sin piedad
Todo tipo de personas  contemplaba espectáculo natural, familias con niños, amigos que se reían  de todo y parejas de enamorados que lo que menos les importaba era el cielo.
A lo lejos escondido entre un par de rocas, había un joven que no pertenecía a ningún grupo de los mencionados, estaba solo y sus expresiones indicaban que estaba sufriendo, como si el dolor lo estuviese consumiendo poco a poco. Aparentaba unos veintitantos años, era moreno e iba vestido muy a la moda.
A Nerea le dio pena verlo tan solo
 Todo el mundo se lo estaba pasando bien, bebiendo y bailando las canciones que salían del maletero de un Renault color negro  y sin embargo él estaba alejado.
Cuando lo contase sus amigas se reirian  de ella, pero en ese momento no le importo, cogió un plato de plástico y lo sirvió con un pequeño surtido de mini pasteles a aquel joven solitario
-Toma, pensé que tendrías hambre-Nerea le tendió el plato pensando que aquella no había sido una de sus mejores presentaciones. Normalmente era una chica  que nunca se quedaba sin palabras. En esta ocasión tuvo que hacer esfuerzos para pronunciarlas
-Gracias-contesto el joven moreno-¿cómo lo estáis pasando?-en el fondo se notaba que  quería integrarse con todos los demás
-Ven conmigo y lo averiguas.
-¿nunca te han dicho que no debes de irte con desconocidos?-le dijo con media sonrisa- a Nerea le gustaban aquellas sonrisas, eran muy expresivas.
-me salte esa charla-Ya se disponía para volver con su amiga cuando sus planes dieron un giro inesperado.
-¡Espera!, no me dejes solo por favor.-En serio le estaba pidiendo que se quedara
Nerea avanzo hacia él con pasos lentos. Tenía dieciocho años pero en ocasiones actuaba como una adolescente a la que todavía le queda mucho mundo por conocer. Se sentó a su lado sin pensárselo dos veces y fue entonces cuando el chico se dio cuenta del error que había cometido
-Perdona, no tienes porque quedarte conmigo, seguramente abras venido acompañada y yo solo soy un desconocido—sabia cual era su misión, las ordenes de sus jefes habían sido muy claras.
Pero en él había bondad y una conciencia que le hablaba
 -No te preocupes, al decir verdad me estaba aburriendo. Por cierto me llamo Nerea-la chica no dejaba de sonreír, cualquiera podía darse cuenta que era una chica muy divertida.
-Hector- se presento él
-Bonito nombre-Era la primera vez que se fijaba en sus ojos, a pesar de tenerlos medio cerrados podía apreciarse su color verde jade.
A Nerea siempre le habían encantado los ojos claros, pero los de aquel joven la habían fascinado
-¿cómo es qué estás aquí solo?-sabía que la pregunta había sido demasiado directa, pero tenía que preguntárselo.
-Estaba esperando a unos amigos, pero por lo que veo me han dado plantón. Bueno ellos se lo pierden.-Se quedaron los dos unos minutos en silencio, contemplando los relámpagos y tapándose los oídos cada vez que había un trueno.
La media melena castaña de  Nerea estaba empapada
-Ven conmigo demos un paseo-Hector se levanto y le tendió la mano para ayudarla a levantarse.
-¿Dónde quieres ir?, no ves la que está cayendo-respondió ella un poco rehacía a aceptarle la mano
-Conozco un sitio donde puede verse la tormenta mucho mejor y estaremos cubiertos, lo que nos ahorrara una buena pulmonía.-lo cierto es que sonaba bastante bien. Hector era demasiado guapo para ser un asesino, así que pensó que no pasaría nada si lo acompañaba.
-De acuerdo-dijo aceptándole la mano.
Anduvieron en silencio, cada uno pensando en sus cosas, como si el hielo que hace un rato habían roto se hubiese vuelto a solidificar.
Nerea pensaba en lo envidiosas que se iban a poner sus amigas, ellas siempre le estaban recriminando que porque no tenía novio, que era muy guapa para no tenerlo. Ahora paseaba con un hombre que podría ser el que rompiera todas sus barreras.
Por otro lado Hector actuaba con pies de plomo, su trabajo consistía en tener mucha paciencia y para contarle toda la verdad antes tendría que ganarse su confianza y eso llevaba tiempo.
Después de media hora de paseo llegaron al final de la playa, casi al final había una vieja cabaña, estaba completamente vacía, salvo una silla que había en su interior. Los niños solían usarla como escondite.
Al entrar se acomodaron y siguieron viendo la tormenta hasta que esta finalizo.
Lo que parecía que iba a ser una velada bastante buena se convirtió en las horas más incomodas jamás vividas por Nerea.
Hector no dijo ninguna palabra más, ni siquiera la miro


La tormenta había  pasado y la ciudad amanecía con tiempo estable.
Eran las siete de la mañana y en cualquier casa podía olerse a pan tostado y café recién hecho.
Nerea apago el despertador como pudo y se incorporo quedándose sentada encima de la  cama. Se moría de sueño, estaba claro que las pesadillas que tenía desde hace un mes no iban a darle tregua.
Después de haberse duchado volvió a entrar en su dormitorio, abrió el armario y de el saco unos tejanos negros, un top blanco y una cazadora roja.
Cuando bajo a desayunar vio que como cada mañana su abuela le había preparado el desayuno, un café con poca leche y dos tostadas con aceite.
-Pero niña mastica-tenía ya la mayoría de edad y su abuela la seguía llamando como cuando era una niña de medio metro.Al separarse sus padres,su abuela  se mudo a casa con su padre y ella
-Llego tarde, e de estar en la universidad en diez minutos.
Al terminar le dio un beso en la mejilla arrugada por el paso de los años, y salió por la puerta .
Se encontró a Hector de frente.
-Tenemos que hablar-le dijo el joven sin antes haber mencionado hola.
-Llego tarde-Nerea intento pasarle dejándolo atrás, pero este la sujeto deteniéndola y como era más fuerte que ella, la retuvo obligándola a que lo escucharla.
-Siento mi comportamiento de anoche fui un completo idiota, pero es que las cosas no salieron como yo esperaba.
Deja que vaya a buscarte a la salida de la universidad, permite que te invite a tomar algo y déjame explícame.
-Salgo a las ocho, pero hoy puede que salga dos horas más tarde, ven sobre las nueve y media.
Hector vio como se alejaba la chica, no podía dejar de pensar en lo injusta que era la vida. Aquella chica no había hecho nada para recibir aquel don.
Cerró los ojos y movió la cabeza  varias veces de lado a lado.
No podía tener aquellos pensamientos, no podía verla como a la chica de los ojos azules y cabello color castaño
. Solo podía verlacomo a alguien a quien debía proteger, debía quitarse de la cabeza cualquier pensamiento de semejante índole.
Pero joder es que tampoco estaba ciego